Doce años, tres continentes.
Después de haber dado vueltas por el mundo habíamos decidido juntos que tu casa seria la finca en Colombia. Sabia que estabas cansado de tantos viajes y aviones en tres continentes y que ya era hora de parar como en algún momento me tocara a mi.
Lo que no sabía pero presentía era que también estabas aburrido de mis viajes y de quedarte tanto tiempo solo en manos ajenas algunas que te adoraron como yo pero que en el fondo no eran tus dueños. Me acompañaste a correr muchos km quizás más de la cuenta y disfrutamos mucho de los distintos paisajes desde la nieve hasta el barro y los pastos de la finca.
Fuiste un perro muy sofisticado que gustaba del queso parmesano al igual que del queso paipa. Adoraste la pizza Margarita en Milán y el croissant con mantequilla en París. También tuviste una debilidad por los langostinos crudos de Sicilia y los langostinos cocidos del mar del norte. En Colombia te hicieron falta los paseos a los mercados pero descubriste gallinas, caballos y vacas. Hasta aprendiste a perseguir gatos en tu vejez aunque con la torpeza y la lentitud de un perro viejo.
Creo que los gatos corrían mas por lastima que por miedo… Nunca entendiste por que los animales tan grandes te seguían por entre los potreros pero te parecía divertido. Aunque el dolor de tu ausencia es inmenso te agradezco que hayas esperado a mi partida para organizar tu partida también. Me vas a hacer una falta inmensa.
Doce años, tres continentes, mas de la mitad de mis entrenamientos para los maratones y muchas horas al lado de la chimenea de Cajicá son muchos recuerdos inolvidables.
Me vas a hacer mucha falta con tu lengua afuera y tu actitud de perro tapete como solía llamarte…